Nueva York

Siempre deslumbrante, siempre distinta, siempre despierta...

It's raining, llueve en Times Square, llueve en el corazón de Manhattan. Pero da igual, cienes y cienes, como diría Sabina, de transeúntes pululan, bullen, seguramente casi todos visitantes, asombrados de una ciudad qué no sé asombra, admirados por la noche que se hace día bajo los miles de neones deslumbrantes, e inquietos, las sirenas, claxones, voces, Flashes, ires y venires... Un caos controlado, un caos humano, un caos divertido. Y llueve... un incesante chirimiri qué te va calando hasta los huesos. Pero estamos en Nueva York, no hay tiempo para ser tiquismiquis ni para el cansancio. Y uno, aunque haya estado otras veces, se vuelve a sentir pequeño, minúsculo, en soledad sin estar solo. Porque todo a tu alrededor es vida, movimiento, enormemente llamativo y tú pareces estar sin estar, pasar desapercibido y sin embargo sumas, eres parte del todo. 

Además de lluvia hay niebla y no podemos divisar desde la altura del top of the rock la ciudad que nunca duerme, hoy parece que se ha cubierto de un velo blanco y no tiene ganas de atendernos. Increíble esta ciudad.















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